Vivimos un mundo ilusorio, la mayor parte del tiempo lo pasamos imaginando situaciones futuras o como actuar en situaciones improbables o imposibles, esto nos distrae de la realidad. Incluso cuando estemos centrado en nuestra realidad nuestra percepción esta influenciada por los largos años de imaginación. Aun con nuestra limitada percepción somos capaces de descubrir personas que habiendo cumplido 80 años mantienen una mentalidad de una persona de 15 años y una persona de 16 años con una mentalidad de una persona de mucha más edad y a pesar de esta simple prueba seguimos creyendo que la evolución de la mentalidad de niño a adulto depende del simple paso del tiempo y que esta se realiza sin esfuerzo alguno por nuestra parte. Pensamos que hay una especie de limite temporal en la cual la mentalidad de una persona salta automáticamente de un nivel a otro, a cierta edad un niño se convierte en un adolescente, tras unos años mas de adolescente pasa ser adulto.
No hay que ser un genio para darse cuenta que toda evolución que no sea dirigida por un trabajo consciente y constante sobre uno mismo es una evolución regida exclusivamente por las reglas del azar y esto que implica, pues simple y llanamente que por mucho que nos duela nuestras acciones y actitudes no son debidas a nuestra libertad sino muy al contrario a influencias exteriores. No tomamos las decisiones que queremos, tomamos las decisiones que nos han sido impuestas y lo peor es que la mayor parte de nuestras vidas ni siquiera somos conscientes de nuestras cadenas. Y es así como, mientras nos entretenemos con la tele, los comics, los videojuegos o el dinero, ignoramos nuestras cadenas y nunca logramos ser realmente felices. Y para colmo de males nos negamos la posibilidad de saber creyéndonos ese dicho popular de la ignorancia colectiva que dice: "La ignorancia es la felicidad", que gran ironía, cuando es precisamente esa ignorancia la que nos aparta definitivamente de la felicidad.
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